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Por el amor de una rosa, el jardinero es servidor de mil doscientas espinas.

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martes, 1 de mayo de 2012

Pequeña Blancanieves

 Ahí estaba, en medio de la inhóspita y sombría maleza, la elegancia del rostro pálido, de sus mejillas de viveza bermellón chillantes, como la tez de la manzana, la nitidez en sus ojos profundos aceitunados salpicados con motitas de color avellana desmedidos, comíanseme los mios con ganas. Ese semblante sano, sin apenas desperfectos, su piel tersa, tan suave como la de un bebé, sus labios carnosos rosados, su cabello descuidado, prolongado y trenzado, ondulado y más rutilante color caramelo que el restallar del mismo sol. Sus chicas rodillas movían con gran soltura el volante de su acogedor abrigo de pieles delicadas. Con desosiego y vertiginosamente empujando con sus chicas manos las cálidas pieles, precipita la pelliza al hediondo y mugriento solado. La cria se queda inerte, examinándome con cierta desconfianza en el rostro. Finalmente, procede a buscar en su chaqueta y saca con una sonrisa una manzana de aspecto homogéneo escarlata de su bolsillo derecho. Con la boca hecha aguas y la tentación en mano, alarga su otra frágil chica glotona garra y ésta la acerca con cierta codicia al índice de su labio inferior, llevándosela en un intento por revelar el efluvio de su interior ante su hocico riguroso y testador. Con una aprobación convincente, portó la poma a su diminuta labial que separó en un gesto de zozobra por rozarla. Con una fuerza voraz, desplaza la cutícula con sus incisivos masticándola con un contento esbozado en sus labios húmedos. Aferra otro pedazo y, como si le fuera la vida en ello, lo acopla a un lado de su boca exprimiendo su sapidez como un mosquito hasta desecarlo completamente y engullirlo por su ligero esófago. Otro bocado, y con él la jugosidad de la manzana se derrama a cantidades por su gentil barbilla. La agarra con auge asegurándose de no dejarla rodar por el fangoso y brumoso solado. Exprime con sus puños gustando cada gota de gloria que caía por su garganta. Aprisionada en sus manos, por cada mordisco que daba a su textura roja la destintaba y un tono similar al de la sangre brotaba en sus mejillas descendiendo rápidamente por su cuello. Su rostro pálido estaba impregnado y pringoso de la sangre de la poma cuando, con un gesto cordial, extendió sus garras empapadas y sangrientas ofreciéndome lo que quedaba de ella, media manzana envenenada de inocencia y buena intención. La llamaban, pequeña Blancanieves, en su país, la más hermosa de las manzanas que pudieras ver.


Fotografía & Edición: Cristina Velasco Prior
Modelo: Ana Belén Prior Cano

6 comentarios:

Caminante Anonimo dijo...

¿Con que un blog así, cualquiera y de cosas sin ton ni son? ...
Pues es más mejor qué el mio ^.^
(me molan tus cerezos actuales, y me enamorado de la chica bajo la lluvia)

C.Prior dijo...

Uh! Victor aquí no! de qué cerezos hablamos? x'D esu nunca! por cierto, como no sigas la novela ya con lo aburrida que estoy malita en casa sería capaz de releerme el libro de sociales, eso es muy alarmante x'D

Caminante Anonimo dijo...

xDD
Bueno si me l pides tu sigo y te hago servicio de envios directos ^.^
Pero sólo si me prometes ponerte bien :)

Ine dijo...

Me encanta esta entrada!!

Beni dijo...

Gracias por tus palabras en mi blog, siento no haberte podido responder antes, el tiempo no me sobra últimamente xd. Y respondiéndote a lo de que debería hablarle, créeme que no sería la mejor opción, me haría daño, lo sé... Por cierto, buena entrada :)

Muchos besos!

Miss Nostalgia

Nelson dijo...

Hello! Beautiful posts as always! Stopping by to wish you a blessed Wednesday my friend. Keep in touch...